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              Conocí la Vigil de arriba de un andamio. Vine a hacer 
              un trabajo por 30 y 40 días (los murales en el frente del 
              establecimiento) y me demoré, estuvimos con amigos 90 días 
              colgados de los andamios, frente al edificio, viendo lo que pasaba. 
              Vi el trabajo, la atención que se tenía a los chicos 
              del barrio. Para mí que no era del barrio, que venía 
              de otro espacio, era muy ajeno.  
             En 
              aquella época el único combustible que usaban los 
              vecinos era el carbón, no había Gas y el kerosén 
              era muy caro. El carbonero no dejaba el carbón en la puerta 
              sino que llegaba hasta el depósito o la cocina de cada casa, 
              el tipo sabía qué pasaba en cada casa. Un hombre sensible 
              como Castro, pese a su analfabetismo, cuando veía libros 
              o revistas viejas pedía llevárselas a la biblioteca, 
              que era apenas un estante en la vecinal. Ese es el origen de la 
              Biblioteca Vigil. 
               
                   
               
              Corre el año 1963… la Biblioteca Popular "Constancio 
              C. Vigil" crece sin descanso en el trabajo mancomunado de dirigentes, 
              entusiastas compradores de rifas y vecinos. El primer edificio de 
              calle Alem 3033 - tres pisos destinados al abrigo de libros, niños 
              e inquietudes varias - está pronto para funcionar y poblarse 
              de la participación popular que no descansa de andar por 
              su vereda. Resta embellecerlo, vestirlo de colores, texturas y formas. 
              Que invite, que él mismo sea lenguaje y expresión. 
               
              Rubén Naranjo llega entonces al barrio Tablada, invitado, 
              convocado, aun sin saber que será mucho más que aquello. 
              Tres meses demanda la tarea; algunos materiales "fallan" 
              y se hacen pruebas para que el mural se parezca a aquello que el 
              artista ha imaginado. Los días pasan…pero la vista 
              de Rubén es privilegiada desde la altura de aquellos andamios. 
              Se trata de una escena novedosa, distinta a los claustros universitarios 
              pero semejantes a muchas de sus proclamas.  
              El trabajo termina y entonces la historia de Rubén y la Biblioteca 
              Vigil comienzan:  
              "Quédese" - le dicen.   
              Rubén no cambia el relato con los años, la memoria 
              se queda cerquita de la Historia, y el artista recuerda su respuesta 
              de entonces:  
              "¿Qué puedo hacer 'yo' y 'aquí'?" 
              Aún no sabe la extraña mixtura que se teje en aquel 
              espacio sin prescripciones previas, limítrofes entre saberes 
              y conocimientos ¿Quién dijo que un barrio, con enormes 
              necesidades insatisfechas, no precisa -con más urgencia aún- 
              de la riqueza de las artes? 
              "Mire, nosotros solamente queremos que la gente crezca". 
               
              Rubén comprende, acepta y con el correr de los años, 
              redoblará aquella apuesta.  
              La primera entonces -la escuela de artes- integrada por cursos que 
              convocaban a todas las edades, ámbitos que se preparaban 
              para ello, sin restricciones y no por ello de forma improvisada. 
              El respeto al otro no radicaba solo en el acompañamiento 
              de los ritmos y las inquietudes de cada quien sino en la construcción 
              de un ofrecimiento pedagógico material y humano de gran calidad. 
               
              La Biblioteca Vigil tiene el doble mérito de democratizar 
              el acceso a la lectura, en un comienzo, instalando, ofreciendo y 
              poniendo a circular infinitas veces un inédito caudal bibliográfico. 
              Desde 1966 -bajo la dirección de Rubén Naranjo- la 
              producción de libros renueva y reinventa aquel espíritu. 
               
              Su particular política editorial; esto es, la publicación 
              de autores locales y regionales, el cuidado de sus colecciones, 
              las reales posibilidades de adquirirlos según sus precios 
              de venta, la generación de una agenda de temas nutrida de 
              las preocupaciones de su contexto, entre otros, logran la descentralización 
              del mapa editorial de nuestro país en aquellos años. 
               
              Desde 1975 hasta la intervención cívico-miliar en 
              febrero de 1977, Rubén Naranjo estaba al frente del Instituto 
              Secundario. Él y quienes eran parte de aquel proyecto educativo, 
              se fueron, sí… debieron irse, pero no sin antes contarle 
              a la Historia de qué se había tratado aquello y lanzarle 
              un desafío en el que aún trabajamos:  
                     
              "Nadie podrá en el futuro intentar algo parecido, 
              sin tenerla en cuenta, sin afirmarse en ella y transitar - así 
              sea inicialmente - siguiendo sus huellas. Estas permanecerán 
              indelebles. Nadie, mañana, comenzará desde el cero. 
              Biblioteca Vigil ha enriquecido, pues, la cultura del país. 
              A su hora le será reconocido".
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